tag:blogger.com,1999:blog-68708592386339569972023-11-15T10:35:44.017-08:00Vivir Entre ParentesisEl nacimiento abre un paréntesis en la inmensidad de la nada. Paréntesis que se cierra sólo con la muerte, y la nada sigue su curso.
Entre esos paréntesis que encierran mi vida, yo he abierto muchos más. Desde aquel primer amor a la que pensé hablarle un día, día que todavía no llega, hasta el paréntesis que abrió en mi vida la violencia de esta maldita ciudad.
Paréntesis que lucho por cerrar y que me está volviendo loco.
Este es el recuento de algunos de esos paréntesis...manuelhttp://www.blogger.com/profile/11170767757436144117noreply@blogger.comBlogger17125tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-90673448096500591032020-10-13T18:39:00.001-07:002020-10-13T18:39:51.540-07:00Y no, nunca cruzó tu mente<p>Nunca cruzó tu mente pensar que yo también quise saberme amado.</p><p>para ti fue suficiente sentirte amada, y no te diste cuenta de que en tu descuido, rompiste ese amor en mil pedazos. <br /></p>manuelhttp://www.blogger.com/profile/11170767757436144117noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-11339929609734142502017-09-22T12:24:00.000-07:002018-09-15T08:47:42.106-07:00Tiembla ...otra vezTiembla. El temblor "me agarró" en un décimo piso, sobre avenida Reforma. No es el primero que me toca trabajando en esas alturas, ni en esa zona. Tampoco es que el que he sentido más fuerte, dentro de la subjetividad de esa percepción.<br />
Al bajar no se veía destrucción. Sí, unas cuantas fachadas descarapeladas y nada mas.<br />
Pasan los minutos y nos vamos enterando, como hace 32 años, de la magnitud de la tragedia.<br />
Sí, se cayeron menos edificios. Pero para quienes estaban allí, la magnitud de la tragedia es la misma.<br />
La muerte de seres queridos, la agonía de la muerte en solitario...<br />
<br />
Y hoy, como hace treinta y dos años, la movilización. Ahora mas comunicada. Quizá por lo mismo menos organizada.<br />
Hace treinta y dos años cayó un edificio a una cuadra de mi casa, en la Narvarte. Cogí mi bicicleta y me fui al depósito de maquinaria de ICA, en la Escandón, a conseguir maquinaria.<br />
No lo logré. La maquinaria había sido despachada a otros sitios de derrumbe.<br />
<br />
Hace treinta y dos años cada quien veía la tragedia en su dimensión mas local: mis vecinos están allí abajo de los escombros.Hoy, esa misma tragedia tomó inmediatamente su dimensión a través de las comunicaciones electrónicas que, afortunadamente, no se cortaron.<br />
<br />
Lo primero, localizar a la familia. Mis hijos y mi esposa bien. Mis papás, octogenarios, no respondían. Empiezo a oír rumores o noticias de edificios caídos en Narvarte, en Concepción Béistegui, donde ellos viven.<br />
<br />
Me lanzo en esa dirección: en ecobici llegaré rápido. No es así. No hay servicio de ecobici. Empiezo a caminar. Conforme avanzo veo edificios muy dañados pero no colapsados, Me preocupo un poco menos. Logro comunicarme con mis papás faltando menos de un kilómetro para llegar a su casa. Están bien. Sólo asustados.<br />
<br />
Llega también mi hermano Sergio. comemos en familia, mientras tratamos de actualizarnos: no hay luz, no hay señal de celular. Sabemos poco. <br />
Al poco rato, llegan unos muchachos en bici, cargados de tambos de agua: se cayó un edificio en Eje Central.<br />
Vamos. Cuando llegamos, están los vecinos (cientos de ellos), removiendo escombros. Otros, sirviendo a los rescatistas: agua, algún refresco...<br />
<br />
Los más observando. No es curiosidad. No es morbo. Es querer ayudar y ver que hemos llegado tarde. Que en ese momento hay poco que hacer, salvo no estorbar. Nos retiramos, pensando en guardar fuerzas para el relevo del día siguiente.<br />
<br />
Mis hijos tienen la edad que yo tenía en el temblor pasado. Mi hija Mariana sale al día siguiente a las 5 de la mañana para ponerse a disposición. Me da susto, y me llena de orgullo.<br />
<br />
Mi hijo Cristóbal y yo vamos a San Gregorio, en Xochimilco donde- nos dicen hacen falta manos. compramos algunas herramientas y guantes en la tlapalería. Me doy cuenta de que están vendiendo la herramienta y los guantes, a su costo. Es su forma de cooperar<br />
<br />
Veo a gente de todas condiciones sociales comprando y llevando cosas.<br />
La ayuda (o la intención de ayuda) desborda la ciudad.<br />
<br />
A ratos, sólo siento una inmensas ganas de llorar. Se mezclan en mi mente las escenas de la tragedia de hace 32 años. Y veo cómo a estos jóvenes no les hace falta el liderazgo de nosotros los casi-viejos.<br />
Ellos tienen su propio liderazgo. Yo lo sigo. Hago lo que me indican y no hago el menor intento de usurpar un liderazgo que ya no es mío.<br />
<br />
Me llena de consuelo ver que México existe, a pesar de los políticos corruptos. A pesar de los que han hecho su dinero explotando las vidas de otros.<br />
<br />
Veo a los jóvenes ricos codo a codo con los hijos de obreros. Ojalá este temblor haya sacudido no sólo nuestras casas, sino nuestras conciencias, y nos demos cuenta de lo mucho que podemos.<br />
De lo mucho que nos podemos querer si lo intentamos. De lo mucho que estamos en deuda unos con otros<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<br />manuelhttp://www.blogger.com/profile/11170767757436144117noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-28200281213070812682016-06-25T20:52:00.001-07:002016-06-25T20:52:18.615-07:00Haiku Berlín Construyó un muro de silencio<br />
tan alto, tan sólido<br />
que resistió todas las invasiones del amormanuelhttp://www.blogger.com/profile/11170767757436144117noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-38072092577362907402015-08-10T10:42:00.002-07:002015-08-10T10:42:39.853-07:00JubilaciónTomó una hoja de papel, pequeña, tamaño esquela, como aquellas en las que durante muchos años escribió sus notas. Como aquellas en las que durante muchos años traslado sus ideas y pensamientos en fórmulas, en algoritmos... Como aquellas hojas en las que durante muchos años dedicó su tiempo y su energía a solucionar problemas ajenos que, en el fondo, carecían de toda importancia.<br />
Tomó pues, la hoja y la puso frente a sí, en el escritorio.<br />
Tomó una pluma "BIC". Eso sí: punto fino. Como aquellas plumas que durante muchos años mordió mientras meditaba alguna propuesta de esas que eran, de alguna forma, sorprendentes. De esas que le ganaron la fama de "creativo" e "inteligente". De esas plumas con las que, entre una obligación y otra, a veces escribía cuentos, poemas, y luego los guardaba donde nadie pudiera verlos.<br />
Con la hoja frente a sus ojos y la pluma en la mano, escribió: "<u>pendientes para el día de hoy</u>". Así, subrayado. Y sonrió: ese día, y muchos de los que venían, no tendría asuntos pendientes.<br />
Sonrió y entendío que "Jubilación" tiene que ver con "Júbilo".<br />
<br />
<br />Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-51768299344004036742013-12-18T20:45:00.002-08:002013-12-19T10:24:54.087-08:00Rompecabezas (La otra historia de Avellaneda)<br />
Aunque desde su matrimonio (el de Laura), se habían visto ocasionalmente, Martín nunca se había atrevido a besarla. Le faltaba valor a pesar de ese brillo en los ojos de Laura que sólo Martín lograba despertar.<br />
No se atrevió a besarla cuando comieron en casa de Laura, y salieron a fumar un cigarro.<br />
No se atrevió a besarla cuando Laura pasó por él al hotel en el que se hospedaba.<br />
<br />
Laura estaba de visita en la Ciudad (vivía en M. desde antes de que nacieran sus gemelos). Como otras veces, salieron a comer. Martín le tomó la mano, como otra veces. Sus muslos quedaron demasiado cerca, como otras veces.<br />
<br />
Laura insinuó sus ganas de dormir, y Martín sus ganas de besarla. "No aquí", dijo Laura. ¿Era eso "sí"? Martín decidió que valía la pena el riesgo y, ya en el coche, la besó.<br />
<br />
Ella le devolvió el beso, se abrazó contra él....y se despidieron. Martín sintió otra vez el peso de la distancia. Laura sintió en su sexo el deseo de tener a Martín.<br />
Aún así, cada uno regresó a su vida cotidiana. El trabajo, la familia, los hijos... <br />
<br />
La siguiente vez que se vieron, no hubo ya dudas. Después de un vuelo matutino en que Laura regresó a la Ciudad, se enzarzaron en un desnudo abrazo esperado muchos años. Por Laura. Por Martín.<br />
<br />
Por muchos años se habían negado a aceptar la falta que se hacían el uno a la otra.<br />
<br />
...................<br />
Martín Santomé no dejaba de pensar en Laura. Diariamente se escribían en el teléfono celular. Habían logrado esa confianza infinita que sólo pocas parejas logran... Esa confianza que ninguno había logrado con sus respectivas parejas.<br />
<br />
Por eso no sorprendió a Martín que Laura le pidiera ser, más que amantes, amigos.<br />
........<br />
Al día siguiente, Martín percibió su alma confundida, como un rompecabezas... Un rompecabezas al que faltara una pieza con la siuleta de Laura.<br />
,,,,,,<br />
Laura, por su lado, sigue convencida de que lo que tiene que ser, será... a su tiempo, y en su momentoAnonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-67902243055934469182013-07-06T08:27:00.001-07:002013-07-14T23:18:42.119-07:00personajes (interludio haiku)Me invadió la tristeza de no volverlos a ver, mientras se alejaban de mi vida al cerrar las páginas del libro que habitaban.Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-28337468464286544702013-07-01T22:55:00.002-07:002013-07-08T19:34:30.075-07:00Haikual despertar<br />
habiamos sido un contraejemplo<br />
de la impenetrabilidad de los cuerpos<br />
<br />
<br />Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-15624057468854582542013-03-14T12:26:00.001-07:002013-03-14T12:26:11.539-07:00CertezasEstoy cansado.<br />
<br />
Toda mi vida traté de dar certezas,<br />
De ser un faro, una luz en la tormenta,<br />
Un puerto en el huracán.<br />
<br />
Di certezas a mis padres, a mis hijos.<br />
Hoy me siento<br />
incierto.<br />
<br />
No se a dónde voy.<br />
Casi no se de dónde vengo.<br />
<br />
Pero no tengo certezas<br />
Todas las fui dando en el camino.<br />
<br />
Estoy cansadoAnonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-25572607008568015562013-02-03T21:23:00.000-08:002013-02-03T21:23:15.737-08:00Alí BabáAl principio, lo ví como un juego. Ya lo había platicado con mi amigo Leonardo, un idealista como yo (a los 20 años todos somos idealistas). Trabajar en una casa de bolsa era de alguna forma poner mis aptitudes al servicio de la acumulación de riqueza por parte de unos cuantos, en detrimento de otros.<br />
Aptitudes que, por otro lado me facilitaron destacar en un entorno de mediocres pero al mismo me fue aislando de ese mismo entorno. No había ni uno nadie con quien compartir mis "verdaderos" ideales. Era un "caso raro". Alguien que, con un sueldo relativamente decente, no traía un "buen coche" ni usaba trajes "de marca". Para mí, siempre fue suficiente un coche que anduviera los cinco días de la semana, y un traje sin demasiadas roturas ni demasiado brillo.<br />
Durante 25 años me dije a mi mismo que en cualquier momento me podía zafar de aquello. Que no era más que un juego, una ilusión.<br />
Durante 25 años me fui habituando a los pequeños lujos. A los restaurantes lujosos, a los viajes, a los caprichos electrónicos, a vivir -en una palabra- sin restricciones. <br />
Ahora, de forma un poco forzada, tengo la oportunidad de volver a empezar. Literalmente, de cero. Y además, con la ventaja de contar con ciertos recursos. En otra ciudad, con más tranquilidad. Y no me atrevo.<br />
<br />
Durante 25 años estuve seguro de saber las palabras mágicas. Pero al final, ahora que tengo la oportunidad de empezar de nuevo en un entorno distinto, no me atrevo. he olvidado las palabras magicas y estoy condenado a seguir hasta mi muerte en esta maldita cueva de Alí Babá.<br />
Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-90797803869193594192013-02-03T21:21:00.003-08:002013-02-06T07:38:59.820-08:00ContraejemploAl despertar, <br />
tu y yo<br />
habíamos refutado<br />
la ley de impenetrabilidad de dos cuerpos Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-1416608629234522112011-03-20T23:05:00.000-07:002011-03-20T23:05:39.140-07:00SomnolenciaEs noviembre, y el calor del sol oscila entre lo agobiante y lo agradable (cuando se ronda el medio siglo, un poco de calor parece "agradable"). Es curioso. Después de unos meses de ser extrajero en una nueva ciudad, la encuentro más parecida a las calles de mi infancia que la propia ciudad de México: No se trata sólo de que las colonias son más tranquilas, más habitables, más caminables. Se trata también del clima, del color del cielo, de los árboles siempre floreados. Chapalita me pone nostálgico. Me recuerda la Condesa, donde crecí. La Condesa, donde sólo había que caminar unas cuadras para llegar a Chapultepec. Subir al Castillo y dejarse caer en patines-como aquel mítico "niño héroe" lo hizo por los aires- por el empinado sendero que baja desde el castillo.<br />
¡Que gozo aquel de sentir el aire en la cara! (y a veces el suelo en las rodillas y las manos)!<br />
Hace más de 40 años que me deslizaba en aquellos patines verdes; hace más de 40 años que me fui de pinta por primera vez a los ¡siete años!<br />
Hoy, que desde el espejo me mira un individuo de pelo blanco y escaso donde apenas se reconoce el niño que algún día fui, se me agolpan las lágrimas a los ojos, sin atreverse aun a salir.<br />
Salir a la calle, caminar, ver calles que recuerdan la infancia, saber que nadie te saludará porque nadie, absolutamente nadie, te conoce....<br />
Quizá me encuentre algún día a Pedro Páramo y entonces comprenda que no soy mas que un fantasma en el recuerdo de alguien más que tampoco existió.Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-37184792288099969812010-02-19T21:10:00.000-08:002010-02-21T22:00:07.931-08:00VI. El Jarrón Roto<div style="text-align: justify;">18 años. 18 años de callar. 18 años de vivir con los dientes apretados. 18 años para entender que tú y yo estuvimos siempre equivocados. Pero al fin de te lo dije. Te dije que desde el día de la boda, desde la noche anterior, para ser exactos, llevaba el dolor de haberte visto besarte con él. Nunca quise verlo, ni aún entonces. Me sentía responsable, además, del niño que llevabas en tus entrañas y que yo creía mío. Llevaba el dolor de haber comprobado, años después, con las fotos que guardabas y los recibos de teléfono con las llamadas a Cuernavaca, que nunca dejaste de quererlo.</div><div style="text-align: justify;">18 años después me atreví a decirte que llevaba el alma lastimada, cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo. Que cierro los ojos y aún puedo verte en tu coche verte con una sombra a tu lado. Y esa sombra no es la mía.</div><div style="text-align: justify;">Dices que es como si se hubiera roto un jarro que siempre trataste de llenar. ¿No te das cuenta de que el jarro siempre estuvo roto? ¿No te das cuenta de que no podía llenarse?</div><div style="text-align: justify;">Dices, y tienes razón, que te amargué los mejores años de tu vida. Cierto. Y los míos.</div><div style="text-align: justify;">Debí haber reconocido, desde el primer día, que no había ni podría haber amor donde nunca lo había habido.</div><div style="text-align: justify;">No lo hice, No quise hacerlo, No quise lastimarte, dejarte sóla en la boda....</div><div style="text-align: justify;">18 años.</div><div style="text-align: justify;">18 años de mentir un amor que había nacido, como el jarrón, roto.</div><div style="text-align: justify;"><br />
</div><div style="text-align: justify;">Hoy, esta locura de extorsión, amenazas, muertes, hace que vivas en otra ciudad.</div><div style="text-align: justify;">Este país que no logra instalarse fuera de la capital, me tiene aquí, preso de un empleo que aun no consigo.</div><div style="text-align: justify;">Vivimos una separación forzosa. Pero no por forzosa menos necesaria.</div><div style="text-align: justify;">Ya no hay nada. Nunca hubo.</div><div style="text-align: justify;">Sólo un jarrón roto que no pudo ni podrá llenarse.</div>Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-64515117529611504652010-02-19T20:27:00.000-08:002010-02-19T20:28:55.501-08:00V. Amor ClandestinoMi amor por tí es tan clandestino<br />
que no lo sabes<br />
ni siquiera tú.<br />
Quizá lo intuyes<br />
porque me traiciona la mirada.Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-50358708749664694592010-01-22T20:55:00.000-08:002010-02-20T23:06:46.618-08:00IV. Recogiendo los pedazos<div style="text-align: justify;">Si. El intento de extorsión me robó mi vida. O más bien, la hizo pedazos. Literalmente, Hoy, no vivo ya en la gran urbe que me vio crecer. A la que vi crecer. Ahora que vivo lejos, recuerdo aquellas pequeñas anécdotas, y añoro esa ciudad en la que crecí, y que últimamente he visitado con alguna frecuencia.</div><div style="text-align: justify;">Hoy, por ejemplo, fui al Ajusco. A mi "espacio de pensar". Conversé, como decía Machado, con el hombre que siempre va conmigo...</div><div style="text-align: justify;">Subí en automóvil. El Ajusco, para los que no lo conozcan, es el pico más alto del Valle de México. No es muy alto en realidad. Ocasionalmente llega a nevar. En más de una ocasión me fui "de pinta" para ir a tirar bolas de nieve o hacer algún muñeco. En más de una ocasión subí en bicicleta, esperando ansiosamente el regreso, la bajada, el rostro en el viento. pasar entre los autos que subían y los que bajaban. Jugando al riesgo de quedarse sin frenos, de encontrar un auto de frente... Hace siglos de eso. En aquello años el Ajusco agreste empezaba a unos metros del Colegio de México, que se encuentra en sus faldas. Ahora sube uno varios kilómetros antes de dejar de ver caserios y "asentamientos" de tabique gris.</div><div style="text-align: justify;">Hoy fui al Ajusco.</div><div style="text-align: justify;">Al bajar vi entre los árboles un destello blanco. Al principio, lo confundí con el Pico del Águila, como se conoce a la cima del Ajusco, de lo cercano que se veía. Pero la confusión duró menos que un instante.</div><div style="text-align: justify;">Ante mí se erguía, en toda su magnificiencia, el Popocatépetl, vestido con su gala invernal y, junto a el, hermosa e imponente, su hermana Iztacihuatl.</div><div style="text-align: justify;">Nunca me había percatado de que, desde el Ajusco, casi parece que se les ve a la misma altura, de que se ve a los gigantes a los ojos.</div><div style="text-align: justify;">Hermosos gigantes. Pacíficos. Le restablecieron algo de paz a mi alma.</div><div style="text-align: justify;">Sólo me quedó una certeza: Quiero a mi ciudad. A pesar de todo. A pesar del asfalto, de la contaminación, de los horribles puentes del "segundo piso". De la basura en la calles. De los criminales.</div><div style="text-align: justify;">Extraño sus hermosos palacios coloniales, sus imponentes edificios modernos. Su San Ángel arbolado- Su Chapultepec, el querido "Chápul" de los domingos de día de campo. Días de huevos cocidos y carreras al castillo. Su colonia Condesa...</div>Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-44288000525117783272009-12-22T16:12:00.000-08:002009-12-22T16:12:22.992-08:00III. Interludio número IEscapar de todo. Huir<br />
Explicitar mi soledad.<br />
Gritar ¡Basta!<br />
y huir.<br />
Aislado del mundo<br />
por los cristales del automóvil.<br />
Abandonar el puerto seguro<br />
Navegar en el alta mar de los desencuentros.<br />
Sin amarras.<br />
Sólo para añorar otro puerto...<br />
<br />
A veces se engaña al alma con mil y un pequeñas actividades<br />
igual que se engaña al hambre con migas de pan.<br />
Actividades que no nutren, que aislan.<br />
Aislar.<br />
Curioso verbo<br />
Aislarse. Volverse isla.<br />
O quizá siempre lo fui.<br />
<br />
Navegar.<br />
Recordar la amargura de los amores perdidos.<br />
Recordar la nostalgia de los amores vislumbrados,<br />
intuidos apenas.Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-79115102161020197302009-11-25T20:13:00.000-08:002009-12-12T17:47:55.587-08:00II. EL día del terror. Historia de una extorsión Sonó el teléfono en la pequeña tienda de material que yo administraba sobre Av. División del Norte, en una zona con mucha competencia en el ramo, pero por lo mismo con un buen flujo de clientes.<br />
Dejando de atender por un segundo al cliente que se encontraba en el mostrador, me disculpé y contesté:<br />
-¿Bueno?<br />
- ¿Silverio Serrano? ¿Hablo con Silverio Serrano?<br />
-Si, señor. Para servirle.<br />
-Escúchame hijo de la chingada. Me vas a depositar una lana...<br />
No quise saber más y colgué el teléfono. No pasaron ni dos segundos, cuando ya había recibido en el celular varios mensajes de texto indicando con precisión donde estaban mis hijos, amenazando con hacerles horribles cosas si no accedía yo a la petición.<br />
Volvió a sonar el teléfono.<br />
"¡No contesten !" grité, lívido de terror y de impotencia. No hizo falta. La grabadora de voz tomó con claridad el mensaje con la misma voz de la primera llamada. Nuevas amenazas, y plazos perentorios.<br />
Rápidamente logré ubicar a mis 4 hijos. Dos de ellos dormían en casa (ya había terminado el ciclo escolar) y pude localizar a los otros dos con prontitud. La información de su ubicación proporcionada por la voz era correcta.<br />
Aunque hubiera querido correr con ellos, me pareció que eso los pondría en un peligro aun mayor. Así que llamé a un buen amigo que se encargó de llevarlos a casa, escoltados por sendas patrullas, y de instalar vigilancia en mi casa.<br />
Estábamos a salvo... por el momento.<br />
Nuevas llamadas, nuevos mensajes de texto (debo decir que, salvo la primer llamada, no contesté ninguna otra), exigiendo, amenazando.<br />
No llevaba yo mucho tiempo trabajando en la tienda. Un par de años, si acaso; y aunque era yo el "mero mero" de la tienda, no dejaba de ser un empleado que cobraba un sueldo. Sueldo que alcanzaba para que mis hijos, mi esposa y mis padres vivieran algo más que decorosamente.<br />
La cantidad de dinero que exigía el extorsionador no guardaba ninguna proporción ni con mi ingreso, ni con los ahorros que a duras penas había logrado juntar, a fuerza de economizar aquí y allá.<br />
Además, el negocio había sido en otras épocas blanco de fraudes. Fraudes que yo, en alguna medida, había contribuido a detener. Por eso, supuse que si bien era yo el medio seleccionado, en realidad el objetivo era el negocio. Le llamé pues, al dueño del negocio -mi jefe- que además tenía algunas tiendas de ropa en el centro de la ciudad. Me desesperé al no encontrarlo. En algún momento me contestó sú secretaría, justo cuando llegó un mensaje de texto proporcionando la ubicación del menor de mis hijos. Perdí la cabeza -literalmente.<br />
Al oir la voz en el teléfono se confundió mi cerebro, pensé que en realidad estaba hablando con mi esposa.<br />
-Lo saben todo -grité en el teléfono- Lo saben todo.<br />
Tranquilo, Silverio, Soy yo, Laura (la secretaria). Mi hija también se llama Laura y eso aumentó mi confusión.<br />
Un zumbido agudo me perforaba los oidos, no podía yo pensar. No sabía que hacer.<br />
Mi jefe envió a uno de sus guardias de seguridad para que me trasladara a la pequeña oficina que él tiene arriba de una de las tiendas.<br />
Nuevos mensajes, ahora de voz (excepto la primera llamada, yo no había contestado el teléfono pero no me atrevía a apagarlo, con la idea estúpida de saber qué pensaban los criminales)...<br />
Ahora los mensajes daban con precisión mi ubicación, aunque nadie me había seguido en el traslado. Eso me hizo concluir que contaban con informantes en la tienda de ropa o en la oficina.<br />
Más mensajes, amenazas perentorias, exigencias. Exigencias que, además, no hubiera podido cumplir.<br />
Las voces de los mensajes de voz -escuchadas por el personal de seguridad de la empresa- resultaron ser las mismas voces que en meses anteriores habían extorsionado -con éxito- a otra de las tiendas de materiales, después de herir de gravedad al empleado blanco de la extorsión. <br />
Parecía que las amenazas iban en serio. Todo me daba vueltas.<br />
Mientras tanto, un amigo y compañero de trabajo se había encargado de llevar a casa (escoltados por una patrulla) a mis dos hijos mayores, mientras mi esposa se encontraba ya en casa con los dos menores, vigilada por otra patrulla.<br />
Llegué a casa, con el guardia que me había asignado y acordé con él que temprano nos recogería para llevarnos a algun sitio (no sabíamos en ese momento a donde ir.)<br />
Claramente no podía yo ir a casa de alguno de mis hermanos o los de mi mujer, porque eso hubiera sido ponerlos en riesgo. No quería yo hablar con nadie porque no sabía qué medios utilizaban para rastrearme. ¿estaría intervenido mi teléfono celular? ¿el teléfono de mi casa?<br />
Reservé vuelos a EEUU, a San Francisco. En parte porque allí viven algunos buenos amigos, y en parte porque, si iba sacar de cuajo de sus vidas a mis hijos, por lo menos que fuera en un lugar interesante...<br />
Por otro lado, el simple hecho de estar del otro lado de la frontera, me daba una sensaciónde seguridad. Sensación que empezó como un gran alivio al cruzar el arco detector de metal del aeropuerto.<br />
Al menos en la zona de pasajeros no podrían disparar.<br />
Al aterrizar en San Francisco, dos sensaciones abarcaban mi conciencia:<br />
La de estar en terreno seguro, y la sensación de haber perdido algo.<br />
Conforme pasaban los días, me dí cuenta de que nada iba a ser como antes. Yo no iba a regresar a tener ese empleo. No regresaría a la ciudad de México. Perdería mis amigos, mis hermanos, mis padres ya ancianos. Mis hijos perderían sus escuelas, sus amigos, su tranquilidad. Perdíamos ademas nuestro futuro.<br />
De alguna forma, se abría un paréntesis en nuestras vidas. Paréntesis que no sabríamos cómo ni cuando se cerraría. Paréntesis de navajas que nos terminaría hiriendo en lo más profundo.<br />
Gracias a Dios, me decía alguien, que no lograron hacerte daño.<br />
Sólo atiné a contestar. "No. Solo me robaron mi vida."Anonymousnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6870859238633956997.post-71916168852976462382009-11-17T22:12:00.000-08:002009-11-18T22:38:08.539-08:00I. El mar del tiempoAquí estoy, flotando en el mar del día... marejadas de horas me separan de la orilla de la noche pasada y de la noche futura.<br />De alguna forma voy tirando al mar del tiempo pequeños leños de actividades insulsas, para no perecer ahogado por los minutos vacíos.<br />¿Quién lo diría? Yo, tan activo. Tan activo que llegaba a casa rendido, sin más ánimo que para dormir. Yo, de quien decían mis amigos que era adicto al trabajo. Yo, que era capaz de sonarme jornadas de 15 o 16 horas. Yo, que día tras día me levantaba para llevar a mis hijos a la escuela. Que noche tras noche los saludaba, les hacía alguna caricia mal recibida por su arisca adolescencia, en alguna ocasión les ayudaba con sus tareas y a veces todavía tenía ánimo para desnudarme bajo las sábanas y en silencio (para no despertar a los niños) sentir tu piel.<br />¿Quien lo diría?<br />Ahora, en la orilla del tiempo, no hay mas que una casa vacía. Vacía de hijos. Vacía de cosas. Vacía de tí, también.<br />Antes hubo otro tiempo que apenas recuerdo. Eso era antes de zarpar al mar del tiempo. Eso era cuando habitaba el confortable puerto de lo cotidiano, al que me mantenía atado la urdimbre de pequeñas (y a veces odiadas) rutinas diarias.<br />Y ahora, ¿quien lo diría? pasan las horas, pasan los días, y yo sigo viviendo entre paréntesis, sin pertencer ni al pasado ni al futuro, ni al aquí ni al allá.<br />Pero quizá deba empezar por el principio. Por el día del terror.Anonymousnoreply@blogger.com0