viernes, 19 de febrero de 2010

VI. El Jarrón Roto

18 años. 18 años de callar. 18 años de vivir con los dientes apretados. 18 años para entender que tú y yo estuvimos siempre equivocados. Pero al fin de te lo dije. Te dije que desde el día de la boda, desde la noche anterior, para ser exactos, llevaba el dolor de haberte visto besarte con él. Nunca quise verlo, ni aún entonces. Me sentía responsable, además, del niño que llevabas en tus entrañas y que yo creía mío. Llevaba el dolor de haber comprobado, años después, con las fotos que guardabas y los recibos de teléfono con las llamadas a Cuernavaca, que nunca dejaste de quererlo.
18 años después me atreví a decirte que llevaba el alma lastimada, cada día, cada hora, cada minuto y cada segundo. Que cierro los ojos y aún puedo verte en tu coche verte con una sombra a tu lado. Y esa sombra no es la mía.
Dices que es como si se hubiera roto un jarro que siempre trataste de llenar. ¿No te das cuenta de que el jarro siempre estuvo roto? ¿No te das cuenta de que no podía llenarse?
Dices, y tienes razón, que te amargué los mejores años de tu vida. Cierto. Y los míos.
Debí haber reconocido, desde el primer día, que no había ni podría haber amor donde nunca lo había habido.
No lo hice, No quise hacerlo, No quise lastimarte, dejarte sóla en la boda....
18 años.
18 años de mentir un amor que había nacido, como el jarrón, roto.

Hoy, esta locura de extorsión, amenazas, muertes, hace que vivas en otra ciudad.
Este país que no logra instalarse fuera de la capital, me tiene aquí, preso de un empleo que aun no consigo.
Vivimos una separación forzosa. Pero no por forzosa menos necesaria.
Ya no hay nada. Nunca hubo.
Sólo un jarrón roto que no pudo ni podrá llenarse.

V. Amor Clandestino

Mi amor por tí es tan clandestino
que no lo sabes
ni siquiera tú.
Quizá lo intuyes
porque me traiciona la mirada.